Brisas del Norte: El hotel donde se hospedó la violencia

Reyna Carreño Miranda / Maracaibo, Zulia / [email protected]
En unas pocas horas, una turba enardecida acabó con un proyecto que tardó 25 años en edificarse

(Fotos: Reyna Carreño Miranda)

Solo silencio y soledad se hospedan ahora en el Hotel Brisas del Norte. Verlo es sentir que algo sobrenatural pasó por allí, un huracán o un tsunami, todo menos la mano destructora del hombre.

A un año de su desgracia, el hotel se mantiene cerrado. Los propietarios tapiaron las puertas principales y desterraron de esos espacios cualquier posibilidad de apertura. Reabrirlo sería una empresa complicada y millonaria.

Brisas del Norte fue una de las edificaciones que sufrió con mayor violencia el embate de los saqueos. Un asalto furioso, violento, donde quedó evidencia de un resentimiento macerado por años.

La agresión se produjo la mañana del martes 12 de marzo. Luego de merodear durante toda la noche, un grupo de al menos 100 personas logró romper la cerca posterior del hotel e ingresaron a las instalaciones para saquear y destruir lo que encontraron a su paso.

La acción se ejecutó a eso de las 9.00 de la mañana y en pocos minutos desapareció un hotel que tardó más de 25 años en evolucionar de un puñado de tráileres a una edificación con todas las comodidades y lujos.

El hospedaje daba empleo a entre 80 y 100 trabajadores directos e indirectos. Una torre de seis pisos de altura y 85 habitaciones muy bien equipadas quedó reducida a escombros.

El día del apocalipsis

Quienes pudieron ingresar al hospedaje luego del saqueo, pudieron constatar con pavor que una turba enardecida fue capaz de un acto tan violento y atroz.

El cascarón del Brisas del Norte lucía desolado, violentado con una furia inexplicable y muchos se preguntaron, ¿por qué un hotel? Al parecer, la comunidad le tenía el ojo puesto desde hacía tiempo.

Todas las entradas estaban abiertas, por el simple hecho que no le quedó ni puertas ni ventanas. A cada paso, el piso crujía por el tapiz de vidrios rotos que quedó en lugar donde estaban las alfombras.

Del techo pendían los trozos de mampostería que dejaron al descubierto los boquetes, por donde sacaron el cableado eléctrico. Además, arrancaron el mármol de pisos y mesas, los tomacorrientes, las brequeras y todo lo que sirviera para usar o vender.

Demás está decir que cargaron con todo el mobiliario, todas las puertas, ventanas, salas sanitarias y lámparas. El jacuzzi de la suite 117 lo rompieron para llevarse el motor y no dejaron un espejo o un cristal sin destrozar en todo el edificio.

Lo que no pudieron llevarse lo destruyeron. Los parasoles los lanzaron a la piscina, a los tráileres les arrancaron los pedazos de latón y fibra de vidrio, una bodega que estaba en el área de la pizzería la desbarataron y en las áreas administrativas no quedó un papel ni una factura sin destrozar.

En baldes y cuñetes se llevaron el agua de la piscina, arrancaron las plantas, dejaron restos de orina y excremento por todos lados, y el hotel quedó totalmente destruido.

Días después del saqueo, aún los rollos de papel de los puntos de venta pendían de los árboles y daban un aspecto de fiesta de Halloween mezclada con escenario post apocalíptico donde no prosperaron las respuestas.

Uno de los que no se pudo recuperar

El Hotel Brisas del Norte estaba ubicado en el barrio del mismo nombre, en la avenida Guajira a solo 800 metros del centro comercial Sambil, detrás de Premium Motors y la bomba Caribe.

La estructura, de seis pisos de altura y 85 habitaciones, tenía piscina, áreas verdes, restaurante, piano bar y un inmenso y elegante lobby.

La idea del hospedaje nació hace 26 años, para dar respuesta a la necesidad de los conductores de transporte de carga, que solicitaban servicios de alojamiento en la ruta que va desde y hacia la frontera con Colombia.

La torre nueva, con la que se empezó a usar el nombre hotel Brisas del Norte, se levantó hace nueve años. Antes se le conocía como Hostería del Norte, un negocio que por muchos años brindó alojamiento para camioneros.

Apalancados en la ubicación de la empresa, cerca de la salida hacia la frontera y con importantes desarrollos industriales y comerciales como Coca-Cola Femsa, Polar, Makro y Sambil, en 2010 los propietarios desarrollaron las nuevas instalaciones para apelar a un público corporativo que visitaba regularmente Maracaibo para supervisar sus operaciones en la zona.

Con ese target en mente se desarrollaron instalaciones y servicios como la piscina rodeada de áreas verdes, el restaurante Ajonjolí y un piano bar con pantallas para ver eventos deportivos.

Todo un desarrollo hotelero local que acabó en un instante. Los propietarios quedaron a la espera de que algún ente público o privado tuviera la disposición de apalancarlos. Pero se cansaron de esperar.

 

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