Esperar el pago de utilidad para hacer las compras navideñas no está en las cuentas del hogar de Geraldine Mendoza. La licenciada en enfermería desea obtener el beneficio anual para perseguir un rumbo fuera de Venezuela. “Con las utilidades me voy del país”, resalta sin titubeo. Busca “calidad de vida” para sus hijos porque siente que la perdió desde hace tiempo, pese a que se esfuerza por trabajar cada día más.
Recuerda que en el pasado disfrutó de cena navideña, de estrenos para la familia y de mantener una calidad que ahora ya no existe y es inalcanzable. No sabe adónde irá. Confía en establecerse “hacia donde Dios me lo permite”, exclama mirando al cielo.
La decisión de irse y perseguir mejoras para su familia “fue de momento. No planificada”. Será la primera de su familia en salir de Venezuela, luego sacará a los demás parientes. Asegura que la desesperanza invade “algunas veces” su estado de ánimo. Tener una vivienda propia y trabajo de años le pone en un péndulo de dudas. “Tengo casa y todo pero no tengo calidad de vida”, lamenta.
A comer
Entre la primera quincena de noviembre a la de diciembre, empresas privadas, comercios y sector público pagan utilidades y aguinaldos. De acuerdo al artículo 131 de la Ley Orgánica del Trabajo, el beneficio anual corresponderá una remuneración 30 días como mínimo y cuatro meses de máximo.
Los trabajadores esperan con deseo el pago. Este año, con una inflación en octubre acumula de 825,7 por ciento, según datos de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, los precios de los bienes y servicios derrumban deseos de pintar la casa o cambiar de artefactos y bienes del hogar.
Huber Márquez, pensionado universitario, descarta “ropa” y mejoras para la vivienda. Tiene calculado “comprar comida y algo” de juguetes “económicos” para los nietos. Añora el pasado de “bonanza”, tiempo en el que las finanzas no eran aplastadas por el costo de la vida. Ahora teme un “estallidos social. No aguantamos. No lo niego, he pasado hambre. Hay veces hago dos comida”, resalta.
Para Albis Parra, comerciante, pensar que con las utilidades del negocio alcanzará para preparar las hallacas de navidad está fuera de orden. Estima que ni con el sueldo mínimo se pueden abastecer de alimentos, menos con lo costoso de los precios de los ingredientes para elaborar el planto navideño.
Edinson Díaz, trabajador, coincide en valorar que “no alcanzará para nada. Todo está caro. Hay muchas especulación” en los precios y los ingresos de las familias no soportan la carga inflacionaria.
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